Soñé con un reencuentro imposible. Un reencuentro de muertos entre los vivos, o de vivos entre los muertos. Un reencuentro de despedida. Una despedida de llantos y abrazos, de te quieros y gritos ahogados.
Soñé con todos mis muertos, y felices, con sus sonrisas y sus frentes descubiertas. Les conté a todos que estaban allí, y sólo así pudieron verlos.
Besé y abracé a mis abuelas. Miré con entendimiento a mi tío. Pero por más que lo intenté, sólo pude creer encontrar a mi abuelo en la cara de todos, hasta abrir lo ojos y desencontrarlo. No recuerdo esa cara que nunca conocí, pero sé que estaba allí, y no era el momento.
Lloré hasta que desperté, con mi mano derecha acalambrada y puntadas en la cabeza como agujas que entraban y salían, dudando si había sido cierto.
Esas cosas que uno necesita escupir.
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Soñé con todos mis muertos, y felices, con sus sonrisas y sus frentes descubiertas. Les conté a todos que estaban allí, y sólo así pudieron verlos.
Besé y abracé a mis abuelas. Miré con entendimiento a mi tío. Pero por más que lo intenté, sólo pude creer encontrar a mi abuelo en la cara de todos, hasta abrir lo ojos y desencontrarlo. No recuerdo esa cara que nunca conocí, pero sé que estaba allí, y no era el momento.
Lloré hasta que desperté, con mi mano derecha acalambrada y puntadas en la cabeza como agujas que entraban y salían, dudando si había sido cierto.
Esas cosas que uno necesita escupir.
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